Un viaje de mil kilómetros se inicia con un paso.

(Proverbio chino)

domingo, 26 de diciembre de 2010

L a importancia del Aspecto Físico (y de los materiales) para crear un ambiente cerebro-compatible en el aula

Si bien, este tema parece simple y hasta obvio, no siempre se le da la importancia adecuada, por eso, y a modo de reflexión, he optado por dedicarle unas  breves consideraciones.
Es evidente que hay algunos elementos del aspecto físico de un aula como tener suficiente luz, una temperatura adecuada, orden y los materiales necesarios, entre otras cosas, para poder disfrutar  de un ambiente agradable y seguro. Es cierto también, que muchas veces no está en nuestras manos proveer estos elementos, pero si ponemos en práctica nuestro pensamiento divergente veremos que hay muchas cosas más que podemos lograr de  las que creemos a primera vista.
El agua, es un tema del que ya hemos hablado, nuestro organismo y, en consecuencia también nuestro cerebro necesita agua para poder funcionar eficazmente. Se ha comprobado que, cuando sentimos sed, es porque ya hemos comenzamos el proceso de deshidratación y, por lo tanto nuestro cerebro racional no puede trabajar como debiera, teniendo una necesidad pro supervivencia en el camino. Si es posible, sugiero tener una máquina dispensadora de agua en el aula. En su defecto, no sería mala idea, tener una jarra con agua en el escritorio de la maestra para que aquellos alumnos que lo deseen puedan beber y, por supuesto, en caso de que sus alumnos traigan una botellita de agua, no les prohíban el poder beber durante la clase. Nuestro cerebro necesita entre 8 a 12 vasos de agua por día para poder responder a los desafíos diarios con eficacia.
En cuanto al arreglo de  los bancos, he oído muchas veces que la mejor disposición era colocarlos en  forma de herradura. Permíteme decirte que todo depende del contexto y del propósito de la clase. Por supuesto que si quiero que los participantes interactúen entre sí, la mejor disposición es el semicírculo, ya que la mayoría de las personas son visuales y necesitan mirarse  para poderse comprender.  Sin embargo, si mi objetivo es dar una clase más formal en la que necesito que los alumnos me estén prestando atención a mí, la mejor forma es la tradicional y si quiero que trabajen en grupos, es necesario unir varios bancos para que los alumnos puedan trabajar en círculo. Lo que debemos permitir es el reacomodamiento según las actividades, aunque perdamos unos minutos de tiempo, los recuperaremos después con los resultados obtenidos.
La música es un elemento ampliamente reconocido como muy útil para diversos propósitos. Sabemos que con la música podemos crear un clima apropiado para presentar un tema, para cambiar de tema, para motivar y  para relajar entre otras cosas. Tengámosla en cuenta en nuestras clases y usémosla a nuestro favor, ya que sabemos que tantos educandos están interesados en ella.
En cuanto a los aromas pareciera que fuera un tema menor y sin relevancia. Sin embargo, el sentido del olfato es de importancia capital para la supervivencia de muchas especies (y así lo ha sido para nuestros ancestros). Ayuda a distinguir un alimento sano de uno que no lo está y es imprescindible para los mamíferos recién nacidos para encontrar las mamas de su madre. Muchos animales se valen del olfato para interpretar su entorno.

En los humanos, la memoria olfativa hace revivir momentos memorables o desagradables de la vida, y es también cuestión de supervivencia, por ejemplo en caso del olor a humo que avisa de un fuego. También ejerce una importancia vital en la atracción sexual.
Inicialmente nos puede confundir un perfume artificial, pero rápidamente se hace presente el perfume natural. Los productos químicos que exudamos llamados “feromonas”  tiene un olor particular en cada persona. Si este olor nos es muy agradable, entonces comienza a existir una atracción inicial. El olor, aunque no lo percibamos conscientemente, puede llegar  incluso a ser más fuerte y atractivo que las cualidades anatómicas. Por ello, podemos apreciar muchas veces e inexplicablemente, parejas tan dispares o el rechazo de una persona que a la vista nos agrada.
Todos exudamos “un olor particular”, que puede atraer o no al otro. Si bien es cierto que actualmente el sentido de la vista ha tomado un papel preponderante, en los últimos tiempos ha habido una revalorización del sentido del olfato, y esto se debe muy probablemente al “neuromarketing olfativo”. Aquellas personas involucradas en marketing saben muy bien crear lo que se denominan “anclajes olfativos”.
Un anclaje es el proceso mediante el cual un estímulo externo, dispara una sensación interna (tipo estímulo-respuesta).



Esto lo podemos comprobar con mucha facilidad, por ejemplo, cuando vamos a un centro de compras. Hay ciertos negocios con los que inmediatamente identificamos un aroma (¿o viceversa?). ¿Por qué no valernos, los educadores también de este sentido tan arraigado en nosotros,  para crear ambientes más resonantes a través de anclajes olfativos?
Recuerdo a una docente que tenía muy en claro este factor y que, cuando sus alumnos debían enfrentarse a una situación que podía presentárseles como amenazante, por ejemplo una evaluación, les pedía que trajeran un pañuelo empapado con un aroma que a ellos les causara placer o que les ayudara a revivir un momento de protección y calma, como por ejemplo, el perfume que usaban sus madres. Un rato antes de la evaluación, los alumnos “olían” este pañuelo y era como que se transportaban a aquellos momentos donde se sentían seguros y felices. ¡Realmente era una estrategia que funcionaba!
Nos podemos valer de varios tipos de anclajes relacionadas con los distintos sentidos para ayudar a crear un ambiente resonante. Podemos crear anclajes visuales, como cuando, por ejemplo,  una docente utiliza sombreros de distintos colores para anunciar qué tipo de actividad van a realizar, o pide “silencio” siempre desde un mismo lugar físico del aula. Una vez que el anclaje está establecido, basta con que los alumnos vean caminar a la docente hacia esa dirección, y  ya hacen silencio sin que se les pida. El timbre (o la campana), por ejemplo, es un anclaje auditivo. Los anclajes están relacionados con nuestra conducta más estereotipada, con nuestros hábitos, por eso una vez que se establecen, funcionan automáticamente.
 Muchas veces creamos anclajes negativos en nuestras vidas. También debemos reflexionar sobre ellos para lograr erradicarlos. Ya veremos más adelante que un anclaje establecido equivale a una red neuronal consolidada por eso no es tan fácil liberarnos de ellos, pero sabiendo qué es lo que nos está sucediendo,  con entrenamiento y perseverancia liberarnos de nuestros modelos mentales disfuncionales y  así es como vamos programando el software de nuestros propios cerebros.
Los Mensajes afirmativos, como los que se muestran a continuación son realmente efectivos en el aula. (Los mensajes que seleccioné en esta ocasión, son en realidad, pilares de PNL). 


Los mensajes afirmativos, para cumplir con su propósito deben tener ciertas características. Tienen que estar redactados en:
·         Afirmativo. (“Afirmar” significa poner firme)
·         Primera persona.
·         Tiempo presente
Tenemos la ventaja (o desventaja) que nuestro cerebro “se cree todo lo que le decimos” y el tener estos  mensajes a la vista, en el aula, hacen que el cerebro de los que lo leen lo vayan internalizando y asumiendo.  Para comprobar este punto,  me gustaría que imagines que tienes una rodaja de limón en la boca…. ¿Qué te sucede? Posiblemente comenzaste a salivar y “a sentir el gusto del limón”. Ya lo ves, tu cerebro se cree todo lo que le dices.  El cerebro no sabe distinguir si una imagen, un sonido, un aroma o cualquier estímulo sensorial ha sido  realmente visto, olido, saboreado, oído, tocado  o, simplemente, imaginado. Una vez que ese estímulo es “percibido”, queda almacenado y etiquetado para su posterior uso o referencia.
Por eso es muy importante controlar nuestro diálogo interno y nuestros pensamientos. Recuerda que, como dijo Buda: “Somos lo que pensamos”.
Es importante que estos mensajes estén en afirmativo porque el cerebro  procesa primero la información afirmativa. Para poder negar o cuestionar cualquier información, primero ha de visualizarla en afirmativo para, después, tacharla o ponerle una interrogación. Sin embargo, recuerda: cualquier imagen queda automáticamente almacenada ya sea real o imaginada y después es muy difícil cambiarla.
Haz la siguiente prueba. Pídele a un grupo de personas, haciendo que parezca natural o espontáneo, que nadie piense en una tortuga y repíteselo un par de veces: “no piensen en una tortuga, nadie piensa en una tortuga ahora…” Si te contestan la verdad a la pregunta “¿qué imagen les ha venido a la cabeza?”,  todos te responderán “’Una tortuga!”. Este es el mecanismo por el que las consignas del tipo:” No comen en clase”  no son efectivas. Haríamos muy bien en cambiarlas a, por ejemplo: “Coman sólo durante el recreo.”
Espero que estas simples consideraciones para ayudar a crear un ambiente cerebro-compatible te hayan sido de utilidad. 
¡Hasta la próxima! 
Rosana


miércoles, 8 de diciembre de 2010

     ¿Qué es la Resiliencia

El símbolo de la Resiliencia es el “hipocampo”.
Las razones por las que se adoptó este símbolo son dos:

 a-El hipocampo es uno de los pocos animales “monógamos” encontrados en la naturaleza. Conserva la misma pareja durante toda su vida. Simbólicamente representa a la perseverancia, cualidad básica para la ser resiliente y constante en la persecución de los objetivos.

 b-Se ha descubierto que, el hipocampo cerebral, a pesar de que es la estructura que más sufre los efectos del estrés (sus neuronas se pueden llegar a destruir y su tamaño se puede llegar a reducir a causa del mismo), también se podría decir que es el más “resiliente” ya que, una vez superada la situación estresante, sus neuronas se reproducen (neurogénesis) y  éste recupera su tamaño.
          El concepto de la Resiliencia está relacionado con el concepto de autoeficacia percibida, desarrollado por el psicólogo A. Bandura. Él sostiene que cuando percibimos que las estrategias que utilizamos dan resultado, aumentamos nuestro optimismo y autoestima y esto, predispone a un próximo éxito.
   
          Los seres humanos adoptamos distintas respuestas de afrontamiento 
cuando nos encontramos ante situaciones que percibimos como amenazantes.  Estas respuestas comprenden las conductas observables, las respuestas cognitivas y emocionales. En 1981, Thompson señaló 3 puntos básicos de afrontamiento que producen el control de la situación.




          La capacidad de predecir (a la posible “amenaza”) disminuye el nivel de estrés y de caer en “downshifting”. Si considero que tengo las herramientas necesarias para afrontar la amenaza, me siento en control y mantengo mi estabilidad emocional. En cambio, cuando la situación de “fracaso” se percibe como repetida, la falta de control que experimento puede llevarme a la indefensión aprendida.

          Para ilustrar este punto me gustaría recurrir a una historia de Jorge Bucay, llamada: “El elefante encadenado”

          Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. 
          Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. 
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. 
          El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía creía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. 
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. 
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. 
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... 
          Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE
           Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. 
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

¿Cuántas veces actuamos como este elefante y no “crecemos” porque creemos que no podemos? Quizás porque en algún momento probamos y no pudimos, quizás porque alguien alguna vez nos dijo que no íbamos a poder o, simplemente, por miedo a salir de nuestra zona de seguridad decimos “no voy a poder, no puedo”. Si realmente lo intentamos y no pudimos es bueno que nos acostumbremos a decir y enseñarle a nuestros alumnos que digan: “No puedo TODAVÍA.”

Para reflexionar:

¿Cuántas veces, nosotros: docentes y profesionales de la salud, actuamos de tal forma que estimulamos a que nuestros alumnos/pacientes sufran de esta “indefensión aprendida”?
¡Hasta la próxima! Rosana